Llueve mansamente
sin parar.
Llueve sobre los días, sobre las horas,, sobre los manantiales.
Llueve desde los claros del alba y desde que abrí los ojos en la maadrugada.
Llueve por la mañana, por la tarde, a la hora de pasear, a la hora de amar y desde antes de irme a dormir.
Llueve a la hora de cantarle a los días, y a la hora de tocar el violonchelo delante de una partitura mojada.
Llueve en las cabeceras de los ríos, y en la desembocadura.
En los campos de trigo,
y en el asfalto de la ciudad.
Llueve en todas las ventanas y balcones, en las aceras, y en los nidos de golondrinas.
Y hasta dentro de mi bolso, se ha mojado mi pañuelo de encaje de bolillos.
Llueve sobre los cuerpos y sobre las almas y sobre los clavos de Cristo.
Sobre los pecados sobre las injurias
sobre mis huesos
y hasta el cielo de mi boca.
Y sigo sin saber adónde habré puesto mi paraguas.
Cuándo volverás.
Traduce el poema , un arte que puedo escuchar. Avivan el oleo y veo en cada pinzelada una frase viva
ResponderEliminarUn beso
Muchísimas gracias Miguel Angel.
ResponderEliminarEn este momento no puedo, pero te buscaré.